El corte de los quesos, un arte al milímetro

¡Quién se puede resistir a una sabrosa tabla de quesos! Si anteriormente os contábamos cuáles eran las variedades, y orden de degustación, que no podía faltar en un momento gourmet tan fácil de preparar, es el momento de descubrir el arte de cortar este producto milenario. Si os fijáis, los quesos se presentan de maneras diversas: en bloques, en cuñas triangulares, en dados, en lascas… Esta diferencia en su “tallado”, como si de una joya se tratara, tiene mucho que ver con su consistencia. Puede parecer algo muy obvio, pero si queréis potenciar el sabor, cuerpo y aroma de vuestros quesos, es necesario que tengáis en cuenta estos trucos para hincar el cuchillo con criterio.

Los quesos untables son sencillos de presentar. Basta con asegurarse de que cada comensal cuente con un pequeño cuchillo (de esos que son auténticos caprichos en miniatura) para servirse. En el caso de la famosa Torta del Casar, lo ideal es cortar una tapa para poder acceder al queso. Una vez haya terminado el ágape, no os olvidéis de ponerla de nuevo.

En la jerarquía de la consistencia, continuamos con los cremosos, una familia que cuenta con delicias como el Camembert o el Brie. Su formato es redondo, como si de una tarta se tratara, y el corte tiene que ser triangular, de unos 5 milímetros, del centro de la pieza hacia el extremo. El único problemilla que os podéis encontrar para partirlo es que el chuchillo se quede pegado. La solución es fácil: untar el filo con un poco de aceitel La segunda opción es mojarlo con agua caliente y secar antes de cortar.

El utensilio ideal para los quesos cilíndricos, como el rulo de cabra, es un hilo de filamento de alambre que deja el corte perfecto. Es importante que tengáis en cuenta el grosor, que no debe ser fino. Esta herramienta también es la indicada para los quesos azules, como el Cabrales o el Roquefort que, por su característico interior graso y poco compacto, hace que se desmiguen al cortarlos. Un truco para servirlos en dados es realizar la tarea en frío, cuando los saquéis del frigorífico, antes de que se ablanden con la temperatura ambiente. Con la ayuda de un cuchillo, son perfectos para untar sobre tostas o panes.

Es el turno del cuchillo de doble filo, el más indicado para desafiar la consistencia de quesos maduros, como el Queso de Oveja Curado Los Cameros. Las piezas grandes deben partirse por la mitad y, a su vez, en dos cuartos, para posteriormente realizar cuñas de 10 milímetros o de 5 milímetros, aunque hay quien prefiere cortalos en barritas. Aunque no lo creáis, hay referencias incluso más duras que esta variedad española. Si miramos hacia el Mediterráneo, los italianos pueden presumir del Parmesano, tan delicioso como complicado a la hora de cortar, de ahí que se presente en trozos o lascas. Para ello, las espátulas son perfectas.

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