La localidad riojana de Haro fue el lugar elegido por Jesús Martínez y su mujer, Justi González, para iniciar el negocio familiar. Ambos habían crecido en hogares relacionados con la ganadería y el queso. Él, ayudando en un negocio familiar vinculado al queso. Ella, a caballo entre la escuela matinal, el cuidado de sus hermanos y el del rebaño, que contaba con 60 ó 70 cabras. Es lógico que, con estos antecedentes, este amor por el queso, que en sus respectivas familias se elaboraba para el autoconsumo, se convirtiera en una crónica quesera anunciada. Una historia cuajada de trabajo, perseverancia, respeto por la materia prima, miedos vencidos, lecciones aprendidas y mucho, mucho sabor.
Tras cursar los estudios de Maestro Quesero en Madrid en 1956, la planta baja de aquella modesta quesería harense se convirtió en la minúscula central donde Jesús Martínez elaboraba sabrosos quesos frescos, cuajadas y mantequilla que, posteriormente, repartía por Haro, y sus alrededores, en bicicleta. En aquellos años 60 de una España en blanco y negro, esforzada y sufrida, la primera planta de la quesería, la destinada a la vivienda, comenzó a llenarse de risas infantiles, de vitalidad, de besos y quesos, de recuerdos muy divertidos forjados entre tapas de cuajadas. De aquellos tiempos queda todo: los lazos familiares, el sabor, el reto de innovar, el valor del trabajo, los domingos cargando el camión, el vínculo estrecho con los ganaderos y el compromiso con un queso que se hace con esmero.
Todos estos valores continúan intactos en la segunda generación de esta familia dedicada al queso. Este relevo generacional se produjo con el cambio de siglo, una coincidencia que vino acompañada de una transformación importante en cuanto al crecimiento de la empresa: en el año 2000, cuando la quesería ubicada en el pueblo se quedó pequeña, Lácteos Martínez inauguró sus nuevas instalaciones a las afueras de Haro, en el Polígono Industrial Fuente Ciega. El mimo por el producto ha seguido siendo la premisa durante el proceso de elaboración de su extensa gama de productos.
El pequeño negocio que con tanto esfuerzo fundaron, hace más de medio siglo, el matrimonio formado por Jesús Martínez y Justi González, ha evolucionado con la segunda generación y hoy exporta a más de veinte países. Desde Estados Unidos, Canadá y Hong Kong hasta México, Panamá, Colombia o Guatemala. En Europa, Lácteos Martínez está presente en Austria, República Checa, Alemania, Dinamarca, Francia, Italia, Irlanda, Lituania, Países Bajos, Polonia, Portugal, Reino Unido, Rumanía y Suiza. Un hito teniendo en cuenta que muchos de ellos son los principales productores de queso del mundo. Con una producción anual cercana a las 2.000 toneladas, los valores que la familia Martínez imprime en cada referencia son los mismos: la pasión por el producto, el respeto absoluto por la calidad de las materias primas, la dedicación en todo el proceso de elaboración y la humildad que se requiere para seguir mejorando.
Las cortezas naturales, el desarrollo de mohos de afinado y los baños con aceite de oliva son el secreto que aprecian los paladares más gourmet, la seña de identidad particular que hace de cada queso una referencia única. Una calidad, mezcla armoniosa de cuidado artesano e innovación, que se premia en concursos nacionales e internacionales como GourmetQuesos, los Premios Cincho, los World Cheese Awards, el World Championship Cheese Contest, los Global Cheese Awards o la International Dairy Competition.