La radiografía del queso en nuestro cuerpo

Como en Queso Los Cameros somos curiosos por naturaleza, para escribir este post hemos indagado en la historia de esta técnica diagnóstica que, como ya sabéis si os la han hecho en alguna ocasión, permite ver los huesos y las partes más densas de nuestro cuerpo. Los que se dedican al ámbito industrial, también conocen de su capacidad para detectar fisuras en materiales y soldaduras. El descubrimiento de los rayos catódicos, o rayos X, ya que esta fuente de energía era una desconocida hasta la noche del 8 de noviembre de 1895, lleva el nombre de Wilhelm Röntgen. Además del Premio Nobel de Física, a él le debemos los millones de radiografías que desde entonces se han realizado en el mundo. La primera, por cierto, fue la mano de su mujer.

Dejando a un margen el universo sensorial de este alimento, nos centramos en la radiografía del queso en el cuerpo, es decir, en los beneficios que tiene este aliado alimenticio en nuestra salud e, incluso, en nuestra felicidad. No obstante, como siempre señalamos, cualquier duda sobre qué tipo de queso es el que más nos conveniente, nuestro médico y nutricionista nos dirá cuál es el más acertado en nuestro caso particular.

Los huesos agradecen, y mucho, el aporte de calcio de este alimento milenario. Por ello, en edades tempranas su consumo es ideal para contribuir a la formación y el crecimiento óseo. Muy diferente es la etapa que, a partir de los 50 años (la edad no son matemáticas y cada persona es un mundo), experimentan las mujeres. Al disminuir las hormonas sexuales femeninas, la progesterona y los estrógenos que protegen el calcio, los síntomas y cambios físicos hacen acto de presencia. La pérdida de la densidad ósea y la osteoporosis es uno de los grandes retos que necesitan muchos cuidados, entre ellos, una buena y completa alimentación.

Los dientes también se favorecen de este alimento esencial. La recomendación general es la de ingerir leche y sus derivados de 2 a 3 veces al día y, en el caso del queso, una cantidad en torno a los 40 gramos, si es curado. Aunque se sigue investigando sobre la relación entre el queso y la prevención de la caries, algunos estudios apuntan a que la acidez en la boca contribuye a la proliferación de las bacterias. Al comer queso, aumentaba la salivación y, a su vez, el pH, que no debe bajar del valor 5,5. Una ayuda extra para nuestro esmalte y para disminuir la placa bacteriana.

Además de calcio y fósforo, el segundo mineral más presente en nuestro cuerpo, el queso también aporta zinc, que es importante para ayudar a nuestras defensas; potasio, que está unido al mantenimiento de la presión arterial; y magnesio, un mineral que necesitan nuestros músculos ¡y energía!

En la radiografía del queso tampoco faltan las proteínas, fuente de recuperación de la masa muscular y reparación de tejidos. Las vitaminas A y las del grupo B (entre ellas el ácido fólico) y las grasas, también están presentes en este alimento sabroso. Para los que quieren un cuidado extra en este sentido, siempre tienen la opción de los quesos frescos. Sobre las intolerancias, las personas que no tienen fácil digerir la lactosa cuentan con la mozzarella o el queso cheddar que, por su método de elaboración, elimina gran parte de la lactosa. No obstante, para curarse en salud, que se suele decir, lo mejor es consultar al especialista médico.

Para finalizar este recorrido del queso, terminamos con una sonrisa. Y no solo porque nos fascine el sabor, la textura y el olor de su diversidad en el mundo. A la belleza apetecible que se presenta, por ejemplo, en forma de tablas, se suma una realidad: contiene una sustancia denominada casomorfina, que produce una sensación placentera y de bienestar. Por ello nos sentimos un poco más felices después de disfrutarlo.

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