La trazabilidad en el mundo del queso
Cuando disfrutamos de un queso, pocas veces pensamos en el camino que ha recorrido hasta llegar a nuestra mesa. Sin embargo, detrás de cada pieza hay un proceso complejo que involucra a ganaderos, productores, distribuidores y reguladores. Gracias a la trazabilidad, podemos seguir el rastro del queso desde el origen de la leche hasta su comercialización y asegurar que cumple con todas las normativas sanitarias y de calidad. Esto protege a los consumidores, ayuda a evitar fraudes y permite a los productores mejorar sus procesos de elaboración. Un proceso clave, en definitiva, para garantizar que cada queso sea seguro, auténtico y de alta calidad.
Este sistema de seguimiento permite registrar cada fase del proceso de producción de un alimento. En el caso del queso, esto implica documentar desde el origen de la leche, con parámetros como qué tipo de ganado la produjo, en qué condiciones y qué tipo de alimentación recibió. También se precisa el proceso de transformación con la temperatura de pasteurización (si aplica), el tipo de fermentación, la curación o los aditivos y conservantes utilizados. En lo que respecta al almacenamiento y la distribución, el “trazado” tiene en cuenta condiciones como temperatura, transporte y puntos de venta.
Este sistema es crucial no solo para mantener la calidad del producto, sino también para garantizar la seguridad alimentaria. En caso de detectarse un problema de contaminación o una alerta sanitaria, la trazabilidad permite identificar rápidamente el lote afectado y retirarlo del mercado antes de que cause daños a los consumidores. El queso es un alimento altamente nutritivo, pero también puede ser susceptible a riesgos sanitarios si no se produce y almacena adecuadamente. En el hipotético caso de que se detectara la presencia de contaminación bacteriana, con microorganismos como la listeria monocytogenes, la salmonella o escherichia coli, por ejemplo, o la presencia de alérgenos no declarados o posibles fraudes en la composición, las autoridades sanitarias y los propios productores detectarían y corregirían estos problemas de manera rápida y efectiva.
Lo cierto es que cada vez son más numerosas las personas que buscan información sobre los alimentos que consumen y exigen mayor transparencia. Para elegir un queso seguro y de calidad, se puede revisar el etiquetado y asegurarse de que incluya información clara sobre el origen, los ingredientes y la fecha de producción. Además, comprar quesos en establecimientos que cumplan con las normas de conservación y manipulación adecuadas, son una realidad demandada.
En definitiva, la trazabilidad es mucho más que un requisito normativo. Es una herramienta fundamental para garantizar que el queso que consumimos sea seguro, auténtico y sostenible. Nos permite conocer la historia detrás de cada pieza, desde la granja hasta la mesa, y nos asegura el disfrute de sus cualidades con todas las garantías. Gracias a los avances tecnológicos y al compromiso del sector quesero, la trazabilidad está evolucionando para ofrecer cada vez más transparencia a los amantes del queso. Un sabor que es sinónimo de confianza.