Mary Wimmer, cuando una visita a una quesería inspira una novela

Fiona Beckett recopiló en Todo sobre el queso un extenso catálogo de productos, maridajes, tipos de elaboración y la leche idónea para cada uno de ellos. A Spencer Johnson le debemos la fábula titulada ¿Quién se ha llevado mi queso?, un laberinto por los que transitaban Kif y Kof y dos ratoncillos, Fisgón y Escurridizo, como personales principales. Resultó ser una auténtica revolución coach y editorial. Y ¿qué sería de la literatura clásica sin nuestro caballero más universal, el que a lomos de Rocinante ha paseado La Mancha, y sus molinos, entre millones de hogares fuera de nuestras fronteras? El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, o más bien Don Miguel de Cervantes, plasmó en su obra decenas de alimentos (superó los 80). Un auténtico tratado culinario de la época que, como era previsible, guardaba en su alacena un poco de Tronchón, “tipos duros” y un esponjoso requesón.

Hoy hojeamos, y ojeamos, la novela a la que Mary Wimmer ha dedicado tantas horas con regustillo a queso. La escritora, educadora y psicóloga escolar con sede en Wisconsin, tituló su obra como The Art of the Brake, en alusión a una de las partes importantes en la elaboración del queso: el arte del cuajado. Un libro ambientado en el estado más quesero de Estados Unidos en el que, por supuesto, hay muchos ingredientes.

Wisconsin nevado. Foto Madison.com

La protagonista, Charlie, una bioquímica que juega con ventaja a la hora de comprender los aspectos científicos de la producción del queso. Un esposo veterano de la guerra de Vietnam infiel, alcohólico y problemático. El drama de la enfermedad fatal de su padre y un duelo acompañado de “ese empezar de 0” que incluye su traslado para hacerse cargo de Morgan Cheese en su ciudad natal, pretexto para criar a su hija pequeña en un entorno saludable y boscoso… y saldar alguna que otra deuda.

La culpa, o la inspiración, surgió cuando un amigo de la autora le propuso visitar una quesería al norte de Wisconsin. Un proceso largo y con su punto de arte que, como es lógico, le fascinó. Por ello, la novela refleja las diversas etapas de la elaboración de este producto milenario, desde el traslado de las cubas de leche hasta la maduración del queso. Incluso se cuela en la trama la recuperación de un cheddar blanco inglés con mucho significado familiar. Tampoco falta la crónica social de Madison, la nieve, las flores silvestres y el legado tradicional y emocional de una empresa generacional.

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