Rosados y quesos, un rico maridaje en verano

Llega de nuevo esa brisa cálida que nos acaricia el cuerpo, las tardes interminables de cielos azules, los momentos de relax con el mar y la montaña perfilados en el horizonte. ¡Incluso las ciudades semivacías tienen un encanto especial durante esta época del año! Es verano, tiempo de sobremesas largas, sin prisas, con pausas, con la luz anaranjada y rojiza del atardecer. Sobre la mesa, una copa de vino rosado. Fresco. Frutal. Sensual para la vista y sabroso para el paladar. A su lado, una tabla de quesos deliciosos, con textura: pura delicadeza en la boca. Os aseguramos que este maridaje, bien seleccionado, apetece ¡y mucho!

Aunque todas las épocas del año son perfectas para disfrutar de esta combinación, los meses de verano se caracterizan por un mayor consumo de rosados. A pesar de su fama de facilones, son vinos complejos que, al igual que ocurre con los quesos y sus maestros queseros, suponen un gran reto para los enólogos.

¿Qué os parece un queso cremoso en los labios? Un brie suave, por ejemplo, que tiene la facilidad de untarse muy bien. Este queso francés, elaborado con leche cruda de vaca, con ese agradable recuerdo a moho, a mantequilla e incluso a nuez, no es el único acompañante de, por ejemplo, un rosado pinot noir. Como veis, un claro ejemplo de que los maridajes de proximidad (esta variedad de uva es francesa) siempre funcionan. También a la vista, porque su color frambuesa contrasta con el blanco de este queso que debe su nombre a la región de Francia de la que procede.

Fuente de la imagen: Drinks&Co

Una copa fresca de este vino también es perfecta con las cualidades de un queso camembert, siempre tan coqueto dentro de su emblemática caja de madera, pequeño en cuanto a sus dimensiones (12 centímetros de diámetro) y grande en cuanto a textura. De origen normando, ha logrado su puesto de honor en los menús más selectos gracias a su tacto tierno, su sabor afrutado y su característico color amarillento. No obstante, un rosado de uva merlot también es estupendo para esta joya gourmet.

Los rosados, tan delicados gracias a su color fresa, asalmonado e incluso cobrizo (color que depende de la variedad de uva utilizada y del contacto del mosto con los hollejos, que es muy inferior a los tintos) también son idóneos para los que no podéis prescindir de un queso de cabra, con su color blanco perlado y su facilidad para digestiones ligeras. En este caso esta pareja irresistible la encontramos en nuestra tierra, La Rioja. ¿Os imagináis un vino rosado con cuerpo, elaborado con variedades como la garnacha o el tempranillo, y un bocado de Queso de Cabra Semicurado “Los Cameros”-D.O.P. Queso Camerano? Os aseguramos que no os dejará indiferentes. Al igual que no pasará desapercibido un queso mozzarella de nuestros amigos italianos, elaborado con leche de búfala o de vaca. Acompañado de algo tan sencillo como un sabroso tomate de la huerta, el resultado es sencillamente delicioso.

Ya sabéis (después de tantos meses juntos sois unos expertos), que los quesos tienen sus reglas antes de ser servidos. Lo mismo ocurre con los rosados. Si en el caso de los quesos debemos atemperarlos antes de disfrutarlos, nuestro vino protagonista también tiene sus normas: se degusta bien frío, por lo que en estos meses de verano se puede guardar en la nevera a cinco o seis grados. Así, cuando se sirva en la copa, con la temperatura exterior, se estabilizará en unos pocos minutos. Si además os gusta ser los perfectos anfitriones en casa, una quesera y una cubitera (con varios hielos) no pueden faltar en las tertulias veraniegas. Seguro que durante estos meses os sorprenderá uno de esos atardeceres rojizos, incluso fucsias. Un marco idílico a juego con un rosado. ¡Y su queso!

Fuente de la imagen: Drinks&Co

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