Comer con los ojos: qué nos cuenta la etiqueta de un queso
Existen dos tipos de personas: las que hacen la compra de forma mecánica y apresurada, y las que disfrutan con ello y se toman su tiempo para recorrer puestos y pasillos, para observar los productos y examinar con esmero el etiquetado. Seas de uno u otro tipo, lo cierto es que dedicar unos minutos a leer la etiqueta de los alimentos es muy útil para saber datos sobre su composición, la cantidad de grasas o azúcares que lleva, si es producto nacional o importado…
Todos los alimentos comercializados deben llevar una información alimentaria obligatoria, visible y claramente legible. En ella se menciona, entre otras cosas, la denominación del alimento, la lista de ingredientes, la cantidad neta, la fecha de consumo recomendado o de caducidad, o la información nutricional. Todo esto es imprescindible para asegurar la calidad y la seguridad alimentarias y para la trazabilidad del producto, de manera que, si hay una partida defectuosa o que debe retirarse del mercado por algún motivo, sea fácilmente localizable.
Si nos referimos al queso, la etiqueta no solo nos aporta esta información útil, sino que también nos habla de cultura y tradición, de unas determinadas formas de hacer y vivir. También dice mucho de ti como consumidor de queso: ¿buscas un sabor más estandarizado, que nunca te defraude? ¿O eres de los que te dejas sorprender por quesos artesanos de pequeños productores?
Por la etiqueta sabremos si el queso está elaborado con leche pasteurizada o cruda y sus ingredientes esenciales, la razón social de la empresa envasadora o productora, el número de registro sanitario y de lote y el peso.
Otro dato de vital importancia que conocemos por la etiqueta es el tipo de leche empleada, si es solo de un animal o mezcla de dos o más especies. Además, el pasado enero de 2019 entraba en vigor el Real Decreto 1181/2018, que obliga a que las etiquetas de la leche y cualquier producto lácteo comercializado en España identifiquen el país de origen de la leche, tanto el de ordeño como el de transformación. Cuando la leche es utilizada como ingrediente, es obligatorio especificarlo si esta representa un porcentaje superior al 50% del peso respecto al total de ingredientes utilizados.
Si vamos a optar por un queso con denominación específica o de origen, este dato debe figurar destacado con un distintivo concreto, que garantiza al consumidor que no le están dando gato por liebre. Por ejemplo, en nuestros quesos de cabra – D.O.P. Queso Camerano, la etiqueta comercial va acompañada del distintivo de la Denominación de Origen Protegida y su número de registro, además del logotipo establecido por la Unión Europea para los productos con esta calidad diferenciada.
Logo distintivo de la D.O.P. Queso Camerano.
Y por último, pero no menos importante, la etiqueta nos habla de estética, de esa oportunidad gráfica para dotar al queso de una identidad visual que los consumidores puedan recordar con facilidad. No olvidemos que comemos por la boca, ¡y por los ojos!
Comer con los ojos: qué nos cuenta la etiqueta de un queso,