El queso bate récords
Si hay una cita superlativa en el mundo esa es, sin duda, la de los Guinness World Records o, como nosotros los conocemos, los Record Guinness. Entre las más de 52.000 marcas registradas se encuentran proezas insospechadas así que, lo primero que se nos viene a la cabeza al leerlas, es que hay personas con una imaginación desbordante y un tiempo generoso que dedican, en todos los continentes, a aficiones sorprendentes. El sentimiento es claro: incluso el que se crea en posesión de una originalidad fuera de lo común encontrará, en alguno de los 141 millones de libros vendidos en el mundo, una cura de humildad.
El origen de este best seller, como suele ocurrir con las grandes ideas, es sencillo. Esta se remota a los inicios de los años 50, cuando el director general de la cervecería que da nombre al récord asistió a una fiesta de caza en el condado costero de Wexford, donde la discusión venía muy al caso: ¿cuál era el ave depredadora más veloz del viejo continente? La falta de una respuesta clara activó la bombilla. El resto, cuando Sir Hugh encargó a los gemelos Norris un libro que recopilara diversos datos, ya es historia. Como el cubo Rubik más grande del mundo que se hizo realidad, precisamente, gracias a un británico.
La mayor producción acumulada de energía hidroeléctrica se sitúa en ITAIPUUn poco de adrenalina entre bicicletas que ruedan en una tirolina de 339 metros de longitud, con vistas al mar turquesa de Los Cabos, en Baja California. La mayor producción acumulada de energía hidroeléctrica (3.038 millones de megavatios hora) en la Central Hidroeléctrica ITAIPU, entre Paraguay y Brasil, cerca de las famosas cataratas de Iguazú. El queso, por supuesto, no podía faltar entre este mundo, digamos, un poco estrambótico. A lo largo de las ediciones, este lácteo ha tenido sus momentos de gloria y sus manifestaciones variopintas.
¿Queso en una pizza? Lo tenemos, por supuesto. Uno de los hitos estuvo muy medido: en el restaurante Vadoli y Assemble Entertainment GmbH, en Alemania, no dudaron en sacar la báscula para que las medidas fueran exactas: una pizza con 111 tipos de queso y 2.6 gramos de cada variedad. El francés Benoît Bruel también persiguió su momento estelar en este plato italiano y se atrevió con la fusión de 254 variedades de queso en una base de solo 30 centímetros de diámetro. Por suerte, o por desgracia, los récords se pulverizan con facilidad: los chefs Morgan Niquet y François Robin ostentan su propia marca en el libro y desmenuzaron 834 variedades de queso a su peculiar plato italiano, tan presente en los cinco continentes. De nuestra querida Italia sí procedió la que ha sido histórica por su longitud: 1.853,88 metros de queso y dos mil kilos de Fiordilatte.
El cabrales de la quesería Arangas, a más de 20.000 euros el kilo, ha pasado a la posteridad como el más caro del mundo y, un cheddar de vaca de 26,09 toneladas, made in Canadá, como el más colosal. ¿Más ejemplos de marcas con el queso como protagonista? Viajamos a Oaxaca, concretamente al municipio de Reyes Etla, donde el pasado mes de julio un equipo de 46 personas dedicó más de catorce horas a la producción del quesillo más grande del mundo: una bola que si rueda mejor no te alcance, ya que su peso oficial fue de 636.2 kilogramos.
Los turófilos sabemos que una reunión en torno a una tabla de quesos constituye un momento perfecto. Parece que en el Valle de Kangaroo, en Australia, comparten esta opinión: así lo confirma la mayor concentración de participantes, cerca del millar, que no dudó en apreciar las cualidades de los quesos compartidos allá por 2019.
Le llaman la ciudad blanca y es de una belleza que enamora. Entre la Universidad San Ignacio de Loyola y la Municipalidad de Arequipa, en Perú, cien cocineros materializaron el deseo de que su plato de rocotos rellenos fuera el más grande del mundo. Y así fue, porque las 2.400 piezas que se presentaron en una bandeja de cinco metros en la Plaza de Armas pesaba 542,75 kg. Para los profanos en el tema, dicen que este platillo peruano es parecido a un pimiento relleno aunque, una vez comprobado su elaborado interior, tiene sus diferencias con respecto a los que cocinamos en España. Habrá que probar cómo armonizan la carne molida, el huevo duro, las pasas, las especias, la cebolla y, por supuesto, el queso.