La Navidad en los establos

Un año más llega la Navidad, los encuentros con familia y amigos. La vuelta a casa. Al igual que en una buena mesa no puede faltar el sabor extraordinario de un queso, el ambiente de estos días entrañables no sería el mismo sin los villancicos populares que se mezclan con versiones modernas en otros idiomas. Los primeros nos cuentan entre estrofas y estribillos la importancia de pastores, rebaños, del buey y la mula en el portal de Belén. Ya lo decía aquel “Ay, del Chiquirritín, metidito entre pajas… / entre un buey y una mula / Dios ha nacido / y en un pobre pesebre / le han recogido.” O el célebre Tamborilero, uno de los villancicos más bonitos de la Navidad: El camino que lleva a Belén / baja hasta al valle que la nieve cubrió / los pastorcillos quieren ver su rey / le traen regalos en su humilde zurrón / ropo-pom-pón, ropo-pom-pón.

Con este protagonismo navideño de pastores y establos, en Lácteos Martínez nos hemos querido detener, por unas horas, en un establo durante el mes de diciembre. El frío ha llegado para quedarse, los días son más cortos y la naturaleza quizá no está tan radiante como en primavera, aunque todo tiene su encanto. El día 21 de diciembre, 3 días antes de la Nochebuena, es de hecho el comienzo del solsticio de invierno.

Una cabra con su cría recién nacida

Los animales necesitan cuidados los 365 días del año y un establo en condiciones óptimas de salubridad y limpieza. Al igual que hay que tener determinadas precauciones en verano, como agua suficiente o ventilación, hay que proteger a los animales de las bajas temperaturas, por lo que es necesario controlar las condiciones de confort y humedad en el entorno. Otro detalle es que, en invierno, además de la sensación desapacible del viento, llueve y nieva, por lo que las instalaciones se embarran y se mojan. Este es uno de los cuidados de los pastores en esta época del año: que el establo esté seco, lo que también favorecerá que guarden su calor corporal.

Por otro lado, el descenso de los grados en el termómetro, al igual que ocurre con los humanos, supone una bajada de defensas para los animales y una ralentización de su metabolismo, por lo que hay que hay que estar atentos ante cualquier indicio de enfermedad que presenten, cambio de comportamiento o bajada de la productividad. En el caso del ganado bovino, si se cuenta con vacas en lactancia, hay que extremar la limpieza de la ubre y verificar las condiciones de la leche. Si hay animales muy jóvenes, se deben vigilar los signos respiratorios.

Al igual que las personas agradecemos mayor aporte calórico (los potajes son un buen ejemplo del tipo de alimentación en esta estación), la ingesta en los animales es más abundante para enfrentar el invierno e incrementar su grasa corporal. Y, aunque beben menos agua que en verano, es importante que estén bien hidratados. Además de los pastos en el exterior, porque los animales tienen que continuar con la ingesta en pastos y tienen que estar en movimiento, hay que prevenir y tener las existencias necesarias de pienso y forraje. ¡Siempre preparados ante cualquier eventualidad o futura Filomena!

Tal y como nos recuerdan los villancicos, el buey y la mula aportaban el calor que el Niño Jesús, junto con José y María, necesitaba en el pesebre. Los animales agradecen descansar en un lugar confortable, un buen lecho caliente y mullido, como los que se apañan con heno. Con esta estampa tranquila, al abrigo del frío, y junto a la compañía de pastores y animales que nos aportan la materia prima que se requiere para hacer un buen queso, desde Lácteos Martínez, un año más, os deseamos una ¡Feliz Navidad y un venturoso 2025!

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