Lo que bien empieza, empieza con queso

Una de las muchas características maravillosas del queso es que sus posibilidades en la cocina son prácticamente infinitas. Ya hemos hablado varias veces en este blog de cómo emplearlo como ingrediente en platos principales, en postres, en la cocina de autor… ¡Pero es que no nos cansamos de buscar nuevas ideas para entregarnos a nuestra pasión turófila!

El queso puede ser el toque mágico que convierta un primer plato corriente en una experiencia distinta. Además de ser un aporte magnífico para ensaladas, podemos utilizarlo para cocinar entrantes de lo más apetitosos.

Empecemos por esos platos tan bienvenidos para entrar en calor como para refrescarnos cuando aprietan las altas temperaturas: las cremas. Os proponemos una combinación con sabor riojano: coliflor de Calahorra, que está en plena temporada, triturada con nata y mantequilla y coronada con Queso D.O.P. Camerano rallado y gratinado. Si no le tememos a la báscula, podemos añadirle unos picatostes fritos o unas rodajitas de morcilla al horno. Otra versión exquisita, que se puede degustar tanto caliente como fría, es prepararla con torta del Casar y espolvorearla con lascas o taquitos de jamón pasados por la plancha, para que queden bien crujientes.

Las quiches son un entrante de lo más agradecido, ya que se pueden preparar con antelación y comer también frías. Siguiendo con nuestra defensa de los productos de temporada, ¿qué tal si aprovechamos que ya empiezan a encontrarse en el mercado los deliciosos guisantes tiernos? En la buena compañía de un rulo de cabra, el resultado será una tarta salada de lo más sencilla y resultona.

Y ya que nos ponemos, ¿por qué no magdalenas saladas? Ponemos en un bol boniato y parmesano rallados, ajo prensado, cebolla picada, huevos, un par de cucharadas de yogur griego, harina y levadura. Añadimos un puñado de semillas variadas (pipas de girasol y calabaza, sésamo tostado…) y volcamos la mezcla en moldes. Rallamos un poco más de parmesano por encima y ¡al horno!

Si tenéis invitados y queréis impresionarles con una de esas creaciones que todo el mundo inmortaliza para subir a su Instagram, podéis optar por unos divertidos chupachups de queso y chocolate amargo. Mezclad un queso azul no muy potente con otro de cabra que se funda bien (rulo o algún otro cremoso) y un poco de mantequilla, preparad bolitas con la mezcla, dejadlas reposar en la nevera ensartadas en una brocheta de madera y, finalmente, rebozadlas en chocolate fundido. A nosotros nos gustan más con chocolate puro, pero si preferís un contraste de sabores más marcado, podéis recurrir a uno blanco o con leche.

Una versión más sencilla son las piruletas de manchego curado. Solo tenéis que rallar un pedazo, ponerlo a calentar en una sartén a fuego bajo y, cuando esté blando, extenderlo sobre papel de horno, mezclarlo con orégano y aplastarlo con un rodillo para obtener una capa fina de queso. Después se recortan en círculos con un cortapastas, se ensartan en una brocheta y se les da un golpe de horno para que se doren.

¿Tenéis alguna receta de entrantes a base de queso? Si está para chuparse los dedos, nos la podéis contar en los comentarios!

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