Marilyn, Isabel La Católica, Nixon y otros amantes del queso

Millones de personas a lo largo de los siglos han apreciado el sabor del queso. La mayoría son anónimos, pero entre los apasionados de este producto, hay muchas personalidades que, por una razón u otra, han pasado a la historia. Os desvelamos algunas curiosidades de estos “embajadores” turófilos.

Los paladares regios han sucumbido a los secretos de elaboración que hacen de cada queso un momento especial. Isabel la Católica tenía sus preferencias gastronómicas. No sólo hablamos del cremoso manjar blanco, cuyos ingredientes eran leche, harina de arroz, gallina, azúcar y agua de rosas. La reina que apoyó la osadía de Cristóbal Colón, y su Conquista de América, abuela a su vez del emperador Carlos V, tenía querencia por el queso Cebreiro que, en 2002, ha retomado su elaboración. Mucho más cerca en el tiempo recordamos a Isabel II, la soberana británica que durante siete décadas ocupó el trono. A ella le debemos la incorporación de los sándwiches sin cortezas a la hora del té. Su relleno favorito, el salmón ahumado con queso crema. Más elaborado fue el menú que el cocinero monegasco Christian García preparó para estrenarse en palacio de los Grimaldi. El Príncipe Rainiero III saboreó un suflé de huevo con queso.

Ilustración del regalo quesero que compartió el presidente Jackson

 

 

 

 

 

 

 

Paradójicamente, el ex presidente francés Nicolás Sarkozy no es muy amigo del queso. En compensación, y si de mandatarios hablamos, cuando George Bush era joven público era su gusto por las hamburguesas y los sándwiches de queso a la parrilla. Muy americano, al menos para nosotros, es la llamativa combinación de Richard Nixon, quien al parecer untaba kétchup sobre un suave queso cottage. Quizá nos gusta más la alternativa culinaria de Angela Merkel, la primera mujer canciller de Alemania, a quien le gusta armonizar un Malbec con salchicha de cerdo y col… y alguna variedad de queso. Mucho más saciado, tal y como se inmortalizó gráficamente, quedó el presidente Jackson cuando el coronel Thomas S. Meacham, un emprendedor granjero de Sandy Creek, trasladó hasta el vestíbulo de la Casa Blanca un queso de vaca de 1.400 libras (653 kilos). El presidente compartió con algunos ciudadanos el contenido de sus 3 metros de diámetro. Dieron buena cuenta en unas pocas horas, pero el olor en el vestíbulo, debido a larga fermentación del queso, fue difícil de eliminar de alfombras y dependencias durante una larga temporada.

Más finas nos imaginamos a algunas de las mujeres más fotografiadas del mundo. Marilyn Monroe no ocultaba que le pirriaba la lasaña con jamón y queso parmesano. Glamurosos eran también los desayunos de Jackie Kennedy, a quien le gustaba recibir el día, en la cama, con el sabor de tostadas con miel y zumo de naranja. Otro cantar era el almuerzo. De nuevo nos preguntamos qué extraño magnetismo tienen los sándwiches, porque la primera dama no prescindía de una taza de caldo y de “ese montadito con queso”. Siempre nos quedará Marc Jacobs, el diseñador que prefiere los zumos de fruta ¡y los quesos de cabra!

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