Prendas para “vestir” el queso
Sí, en Lácteos Martínez somos curiosos por naturaleza. Hoy nuestras respuestas no indagarán entre los días que un queso de larga maduración necesita para redondear su sabor, ni recorrerán países remotos con tradiciones queseras, ni se detendrán ante momias con restos de este producto lácteo. Tampoco bucearemos entre lugares insospechados donde el queso adquiere su carácter o en las biografías de celebridades que no podían vivir sin él. Hoy, sencillamente, “vestimos” el queso.
Rojos, amarillos, verdes o crudos… los llamados paños de quesería tienen la finalidad de desuerar la cuajada. Aquellos que tuvieron el privilegio de ver cómo sus “mayores” fabricaban el queso en casa, seguro que recuerdan esta tela que se colocaba sobre el molde o en la que, sencillamente, se estrujaba el contenido. Esta fibra natural también se usa en la actualidad en algunas queserías para madurar el queso entre sus hechuras o para protegerlo cuando envejece en las cavas. Los paños se pueden adquirir remallados con diferentes colores, para facilitar la identificación de cada tipo por el maestro quesero. Hay otra opción: los gorros, de diferentes tamaños, cumplen la misma función cuando se encajan en los moldes.
Las denominadas mangas son idóneas para la coagulación láctica y, las bolsas para desuerar la cuajada, perfectas para los amantes de quesos que llevan a cabo dicho proceso. Curiosamente, hemos encontrado una ropa llamada Cheese. Se trata de una tela de calidad alimentaria que, tras lavarse con jabón y agua, se puede reutilizar. Versátil para filtrar una larga variedad de alimentos, como sopas con huesos, tofus, leche de almendras o yogurt, está indicada, como bien presuponéis, para exprimir los quesos suaves.
Los uniformes caracterizan los oficios. Bomberos, pilotos y tripulación de vuelo, camareros, cocineros, policías, personal de construcción… las tonalidades, composición, refuerzos, tejidos reflectantes o tipo de material son parte intrínseca del atuendo que llevamos en las diferentes profesiones. Las batas blancas no son solo exclusivas del personal sanitario que vela por nuestra salud, de los maestros de alta costura, de muchos profesores que imparten clase, de técnicos de laboratorio o de investigadores, por citar algunos.
Una visita a nuestra quesería de Lácteos Martínez en Haro, además de interesantísima si se quiere descubrir cómo la leche se convierte, tras un largo proceso, en quesos cuyos matices organolépticos se degustan en catas posteriores, es ideal para comprobar el vestuario de los trabajadores. Una vez se cruza el umbral de la recepción, donde se pueden adquirir presencialmente nuestros productos, es habitual encontrar a parte del personal con bata blanca. Donde no hay excepción es dentro de las instalaciones donde se está en contacto directo con la elaboración del producto. Están impolutas y, en lo que a vestimenta se refiere, cuenta con sus propios códigos. Es blanca, tanto las batas como las casacas con pantalón, los zapatos y los zuecos de protección antideslizantes. Tampoco faltan los gorros, los cubrebarbas y, dependiendo de las zonas, las mascarillas. Todo ello en cumplimento de la normativa de higiene y seguridad alimentaria, que incluye otras obligaciones tales como no llevar piercings, anillos, pendientes, pulseras, botones en la ropa o las uñas maquilladas, ya que se manipula el queso.
¿Una imagen final? Nuestro maestro quesero, Javier Martínez, ataviado con un gorro y con su inconfundible bata con solapa, o chaquetilla blanca, y un bordado que recuerda dónde estamos: Los Cameros. Maestros Queseros desde 1961.