El reloj de un ingeniero suizo se transforma ¡en flores de queso!

Si lees este post vete despidiendo de los cortes aburridos. La semana pasada os hablamos de cuáles son los cuchillos más adecuados para cada tipo de queso. Y también os avanzamos que hay otros instrumentos que convierten la necesidad de cortar en una experiencia con un final de lo más estético: es el caso del Girolle. Como acabamos de estrenar la primavera y desde Queso Los Cameros siempre encontramos un motivo para festejar, os animamos a celebrar el cambio de estación con un aperitivo especial. Y para darle un sorprendente toque primaveral, aunque esta idea es válida para todo el año, te proponemos llenar tu tabla de unas flores de queso preciosas, cuya historia es muy curiosa.

Para reunir nuestro ramillete quesero tendremos que utilizar este utensilio de cocina, el Girolle, que tiene marca registrada y del que se han vendido nada menos que ¡más de dos millones de unidades y que multiplicó exponencialmente las ventas del queso del que ahora os hablaremos! Es un invento patentado en 1982 por el ingeniero suizo Nicolas Crevoisier, que trabajaba en una manufactura de relojes. La costumbre de ser preciso y la observación le llevó a idear esta especie de molinillo que ‘raspa’ la superficie del queso, se inserta en una tabla con un eje y lo moldea en delicadas virutas a modo de rosetas, como si fueran claveles.

Girolle y queso Tête de Moine. Fuente: Poncelet Cheese Bar

Y ahora os estaréis haciendo la pregunta inevitable: ¿Qué tipo de queso hay que utilizar para hacer flores con el Girolle? Para los suizos solo hay una respuesta posible: el Tête de Moine (cabeza de monje si lo traducimos literalmente). Crevoisier ideó este utensilios para raspar de forma sencilla y cómoda este queso, que adoptó su curioso nombre de la forma de las coronillas de los religiosos benedictinos que lo elaboraban hace ocho siglos en la Abadía de Bellelay, en lo que hoy es el cantón del Jura, en la parte occidental de Suiza. Además, su mente de ingeniero también daba la solución a su propia intendencia doméstica. Y es que como padre de una familia numerosa, cuyo queso favorito era el Tête de Moine, este molinillo permitía que ni él ni sus descendientes se privasen de este manjar en finas láminas, sin caer en la ruina. Por cierto, la Denominación de Origen del queso y el raspado de la flor están protegidos de imitaciones por ley.

En la web Quesos de Suiza se explica que «al rascar el queso se incrementa la superficie que entra en contacto con el aire». Esto modifica la estructura del cuerpo y permite el desarrollo pleno del sabor aromático: así sabe más rico. En el mercado hay aparatos similares, los llamados rizadores de queso, o pirouette, que, eso sí, no pueden denominarse Girolle. Estos rizadores funcionan bien con quesos semicurados de textura fina y algo cremosa.

Para que no tengas que salir del país y siempre que quieras una presentación de altura, con estilo y sabor, desde Queso Los Cameros te lo ponemos fácil. Si te haces con uno de estos rizadores, el Queso de Mezcla Semicurado Los Cameros, elaborado con una mezcla de leches pasteurizadas de vaca (60% mínimo), oveja (20% mínimo) y cabra (6% mínimo), y con cuajo ovino, es tu referencia Made in Spain. Si al sabor fino de este queso elaborado en Haro (La Rioja) y premiado con varias medallas en los World Cheese Awards de los últimos años, varias de ellas de oro, le sumamos su delicado aroma, su textura firme y esta original presentación, ¡seguro que triunfas!

Rizador de queso Fleurolle Tradition. Fuente: Fleurolle

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