Qué comen para estar ¡como cabras!

Se acerca la primavera. Con la sensación de los días más largos pegada en los talones, el abrazo del sol que poco a poco templa el ambiente y los cerezos cuajados de flores, nos calzamos unas botas de montaña para inaugurar el buen tiempo y dejar, como un recuerdo, el frío del invierno.

Con la excusa de esta caminata por el monte, y alguna que otra cabra en la lejanía, tan hábiles ellas para sortear las laderas escarpadas y pedregosas, nos preguntamos qué es lo que comen estos rumiantes que también necesitan agua fresca y limpia para estar bien hidratadas y que su organismo funcione correctamente. A estas alturas ya sabemos que, en el mundo del queso, solo de la mejor leche se obtiene el mejor producto y, en este sentido, la dieta es primordial. Si bien estos mamíferos se alimentan en sus primeros meses con la leche materna, normalmente desde los 3 meses hasta el año de vida, posteriormente son los pastos, las flores y las plantas arbustivas todo un regalo para su paladar… De hecho, su aparato digestivo está diseñado para descomponer su fuente de alimentación, tan importante para crecer con salud y fortaleza. Y todo ello, como imagináis, repercute en la característica leche de cabra, que es sabrosa y digestiva.

Cuando las cabras están bien alimentadas, la repercusión es global en las diferentes etapas de su vida. En su juventud, cuando necesitan un crecimiento adecuado o cuando llega el momento de ser fértiles y cuidar a sus crías. Cada cabra tienes sus características. Y cada zona geográfica del mundo, también.

Las cabras Toggenburg retozan entre verdes prados suizos, libres entre el aire puro. De hecho, llegan a consumir hasta 8 kilos de hierba al día, aunque en su alimentación no faltan legumbres, cereales o patatas. En elevadas cotas sobre el nivel del mar, concretamente en Tirol, la región más montañosa de Austria, las cabras emprenderán en unas semanas su particular trashumancia hasta las cumbres (Almabtrieb) junto a los pastores, que saben dónde encontrar los mejores pastos entre el deshielo.

La cabra montés siberiana, de cuerpo macizo y denso, no pone ningún reparo entre más de 100 especies de plantas, flores, frutas y líquenes. Comen, descansan, comen, descansan… para que os hagáis una idea, el macho puede llegar a ingerir cerca de ¡15 kilos al día! Por cierto, sus primas lejanas las cabras de montaña también gustan de los líquenes y en primavera viajan hasta zonas salinas ricas en minerales.

Si el jamón de jabugo nos encanta, las cabras salvajes ibéricas se vuelven locas con las semillas, los pastos, las nueces y las encinas que, no olvidemos, dan como fruto las bellotas, fuente nutritiva y de elevado nivel proteico. No menos caprichosas son las cabras salvajes que, siempre que no sean muy altos, tratan de sacar lo más suculento que los robles pueden aportar a su dieta.

Queso de Cabra Semicurado Los Cameros

En África nos ha llamado la atención la cabra del desierto de Nubia, entre Sudán y Egipto. Increíble su capacidad de adaptación al medio, tanto en temperaturas altas como cuando bajan, y la cremosidad de su leche, que tiene un elevado contenido en grasa. Su versatilidad incluye la ingesta de vegetación y arbustos indeseados, ya que deben de ser expertas en rascar donde lo verde no abunda.

Dicen los ganaderos que, en el aliento de los animales, se nota la primavera. Nosotros, de momento, nos vamos a dar un paseo por Jalón de Cameros, donde las vistas al Valle del Río Leza, Reserva de la Biosfera, es una delicia. Por allí corretean los rebaños de cabras y asoman sus hocicos curvados a las puntas de las aulagas, los rastrojos de cereal, el ramón de olivo y la frescura del rocío de la aurora sobre la hierba. Nos gusta verlas y el capricho que con su leche se produce: el Queso de Cabra Semicurado Los Cameros.

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